Llamamos resolución a la cantidad de píxeles por unidad de medida que tiene la imagen (píxeles por cm o por pulgada). Esta medida tiene una importancia fundamental: si es baja, es decir que tiene pocos píxeles por pulgada o cm, al imprimirse, la imagen se verá pixelada, sus píxeles serán visibles y la calidad resultante será mala. Los valores de resolución dependen del uso final que tendrá la imagen que estamos trabajando.
El tamaño de la imagen es otra medida importante. Siempre debemos trabajar «a medida», es decir, las imágenes deben estar al tamaño en que serán impresas. De nada sirve, por ejemplo, tener una imagen de cinco centímetros a 300 dpi, si va a imprimir a 20 cm de tamaño, el resultado va a ser malo.
Por ejemplo, una imagen de 1 por 1 pulgada con una resolución de 72 dpi contiene un total de 5.184 pixeles (72 pixeles de ancho por 72 de alto = 5.184). La misma imagen con una resolución de 300 ppi contendría un total de 90.000 pixeles.
Las imágenes de alta resolución, al utilizar más pixeles para representar cada unidad de área, normalmente reproducen más detalles y transiciones de color más sutiles que las imágenes de baja resolución al imprimir. Sin embargo, cuando una imagen se ha escaneado o creado a una resolución baja, incrementar la resolución no suele mejorar la calidad de la imagen, ya que se extiende la información de pixeles original a un número mayor de pixeles.
Para determinar la resolución de imagen a utilizar, se debe tener en cuenta el destino final de la imagen:
– Si está produciendo imágenes para visualización en pantalla, la resolución sólo debe coincidir con la resolución típica de los monitores (72 o 96 ppi). La resolución del monitor depende del tamaño del monitor y de su ajuste de pixeles. La resolución típica de un monitor de computadora es de 72 dpi., aunque los nuevos modelos vienen con una resolución aproximada a los 96 dpi.